A relación del artículo de Cristina Castro en el periódico “El País”, queda constatado que la familia ejerce una gran influencia en el desarrollo educativo y logro escolar de los niños/as según un estudio realizado por esta organización sobre el fracaso escolar, cuyos resultados me dispongo a comentar.
El nivel educativo de los padres repercute en el que posee su hijo/a. Aquellos que poseen una educación superior son más propensos a escolarizar a sus hijos con 1 o 2 años favoreciendo el desarrollo de sus habilidades cognitivas, situándose éstos en un nivel educativo con mayor ventaja en el inicio de la escolarización obligatoria que aquellos respecto al resto.
En los últimos tiempos ha tenido lugar un crecimiento importante de madres jóvenes (me refiero a aquellas cuya edad comprendida abarca hasta los 30 años). El convertirse en madre es un proceso complejo y difícil que precisa de un tiempo para que se lleve a cabo y de unas estrategias necesarias; esto es algo de lo que no disponen las chicas que acceden a la maternidad antes de ser adultas, ya que la llegada de un hijo/a implica una ruptura con las expectativas de futuro propias, con la historia de vida familiar o, por lo menos, con los planes a corto-medio plazo; una transición difícil a la que se enfrentan jóvenes que, con frecuencia, cuentan con una baja red social y un bajo nivel educativo. Normalmente esto conlleva a un abandono en los estudios.
El perfil del alumnado en situación de absentismo escolar, según datos obtenidos del Ayuntamiento de Alcalá de Guadaira según un informe elaborado sobre el absentismo y abandono escolar en el curso 2008-2009, el cual he obtenido para la realización de un proyecto de intervención, se caracteriza por encontrarse inmersos en familias que han sido absentistas o que han abandonado la enseñanza antes de tener la edad obligatoria, con un bajo nivel de instrucción escolar.
Según los estudios elaborados por “La Caixa Catalunya”, la participación de los padres en la instrucción escolar de sus hijos/as, así como el fomento de las aspiraciones educativas y profesionales es importante, pues queda comprobado que el facilitarles recursos culturales y educativos repercute en la obtención de unos rendimientos más altos. Además, la probabilidad de que un niño/a aspire a ejercer una profesión con titulación superior es más alta cuando los padres tienen un nivel escolar superior frente aquellos que cuentan con niveles inferiores.
Este estudio también constata la influencia de otros factores en el logro educativo como es el género, con unas tasas de graduación en educación obligatoria más bajas en los jóvenes que en la de las chicas, la estructura del hogar pues se produce un riesgo de abandono escolar mayor en hogares monoparentales y el origen con un alto índice de jóvenes extranjero que no han culminado la educación obligatoria o no han conseguido la titulación en educación secundaria post-obligatoria.
Este estudio también tiene en cuenta el centro educativo como otro de los factores influyentes en el fracaso escolar constatando que afecta predominantemente la composición social incluso por encima de los recursos que el centro disponga, aunque también son importantes. Los alumnos/as de un instituto comprenden una edad donde la influencia de los amigos e iguales llega a ser incluso superior que aquellas que ejerce la propia familia. Surgen en ellos la necesidad de ser reconocido y aceptado así como nuevos intereses difíciles de compatibilizar con el estudio.
Cabe destacar que según este estudio queda constatado que el nivel educativo también se halla correlacionado en función de la situación del mercado laboral. De esta forma, influye el nivel de desarrollo de la comunidad autónoma, así por ejemplo en Madrid encontramos una vulnerabilidad educativa inferior al 31% frente al establecido en Andalucía con una vulnerabilidad educativa superior al 31%.
Por todo ello, en mi opinión para prevenir el absentismo escolar es fundamental una intervención en el ámbito familiar de los adolescentes y jóvenes con una mayor inversión en estas políticas desde el Estado, promoviendo la concienciación sobre la importancia que tiene su participación. No obstante, debemos tener en cuenta que la etapa estudiantil comprende cambios y otros factores de riesgo, nuevas amistades y malas influencias, las drogas, los malos hábitos… por lo que la intervención no debería exclusivamente centrarse en la familia y centro escolar, sino que también es importante intervenir con el/la propio/a joven, mediante una metodología que disminuya el acceso a los riesgos y malos hábitos y potencie su nivel educativo.
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